No me permití desear a una mujer hasta que llegué a la universidad. Siempre me he sentido bastante libre en la manera de vivir mis relaciones afectivo-sexuales, y nunca he tenido la sensación de estar en un armario. Sin embargo, con el tiempo he sido capaz de entender de qué manera esta parte de mi identidad estaba desatendida porque nunca nadie me explicó nada.

Yo misma he repetido durante años la importancia y necesidad de contar con referentes. En la cultura, el arte, el cine, personajes públicos. Pero no ha sido hasta ahora cuando verdaderamente he sido consciente de ello. De hasta qué punto esta falta de espejos en los que mirarse había hecho que yo misma no fuera capaz de reconocer, entender y abrazar mi propio deseo.

Con el tiempo he entendido que cuando era niña otras niñas me gustaban. Pero es que nadie me había explicado que podían atraerme las chicas. Que podía enamorarme de ellas de la misma manera que me gustaban Marcos o Pedro. Nadie me explicó que podía sentir atracción sexual por una mujer. Ni siquiera se trató de una cuestión de rechazar el deseo o tener miedo de no ser aceptada; simplemente no era capaz de entenderme, de reconocerlo.

La universidad, Madrid (y su libertad), los círculos de mujeres y aliadxs feministas, las amigas, la terapia y las lecturas, han hecho posible que hoy pueda conocerme de este modo y vivirme como me vivo.

En un día como en el de hoy pienso sobre todo en esas personas que no pueden disfrutar de esta misma libertad. Porque en su país no se respetan los derechos humanos, porque la educación que ha recibido le hace verlo como algo defectuoso, porque su círculo social, familia o entorno le juzga; o por muchos otros tantos motivos.

Y me parece algo tan triste.

Hoy me he sentido rodeada de gente que se ama. A sí mismas, mismos, mismes. No os podéis hacer una idea de lo bello que ha sido.

Ver a gente tan distinta y diferente unirse para reivindicar algo fundamental como lo son los derechos humanos. Para celebrar su diversidad. Para honrar a las que nos precedieron.

Aun hoy, la presunción de la heterosexualidad e identidad cisgénero siguen predominando en el día a día. Por no hablar de las expresiones y manifestaciones de odio. Asesinadxs, excluidxs, torturadxs por ello.

Hagamos un esfuerzo por no dar por sentado la condición sexual o de género de las personas. Por ver más allá de las etiquetas o la expresión de género. Por cuidar el lenguaje que empleamos. Por entender que no solo se trata de amor, sino también de algo tan saludable como lo es el sexo. Tan solo una cuestión de respeto.

2022 no es un año en el que deban seguir existiendo los armarios, las vergüenzas, prejuicios, los miedos. Hoy recogemos el testigo de quienes nos precedieron, “porque fuisteis, somos; y porque somos, serán”. Luchasteis y reivindicasteis vuestros derechos y libertad cuando más difícil era hacerlo. No podemos más que agradecerlo.

Y no estamos dispuestas a dar ni un paso atrás en nuestros derechos.

Ser quien una es. Vivirnos en libertad, segurxs, sin miedo.